La creación (Haydn) , la enciclopedia libre

La Creación (Die Schöpfung) es un oratorio compuesto por Joseph Haydn entre 1796 y 1798 (Hob. XXI:2), que ilustra la creación del mundo tal como se narra en el Génesis. Además, el compositor se inspiró en el libro de los Salmos, y en el El paraíso perdido de John Milton. El barón Gottfried Van Swieten fue el encargado de preparar el texto.

Haydn concibió la idea de escribir un gran oratorio en su primer viaje a Inglaterra en 1791. Después de escuchar varias obras de Haendel, entre ellas El Mesías, manifestó: «Quiero escribir una obra que proporcione fama universal y eterna a mi nombre»[cita requerida].

La genialidad e inspiración de esta magna obra supusieron un antes y un después en la historia de la música pues al estreno público en el Burgtheater de Viena acudieron las multitudes pugnando por entrar en el recinto musical, tal fue la expectación que creó esta obra que tuvieron que intervenir las fuerzas de orden público. Desde entonces La Creación ha mantenido ese aura de "Obra Mítica" que ha perdurado en el tiempo, siendo admirada por Beethoven, Schubert, Mendelssohn, o Liszt entre otros grandes compositores.

Descripción[editar]

Su estreno tuvo lugar en Viena los días 19 y 30 de abril de 1798 bajo los auspicios de la Sociedad de los Asociados, una agrupación musical fundada por Van Swieten y a la que pertenecía la élite de la nobleza austro-húngara. Como no podía ser de otra manera, representó un éxito total mayor aún que los obtenidos en Inglaterra.

Un año después se estrenó en París, Londres, Berlín y Praga, siempre con igual éxito. Desde entonces, Haydn, mientras la edad y su estado de salud se lo permitieron, dirigió una representación anual de la obra en Viena, generalmente con fines benéficos.

Según la forma clásica del oratorio, La Creación está dividida en tres partes y se compone de coros, recitativos y arias. En la primera y segunda parte los solistas son Gabriel, Uriel y Rafael (respectivamente soprano, tenor y bajo); en la tercera parte, son Uriel, Adán y Eva (tenor, bajo o barítono y soprano).

Todo es nuevo y rompedor en este oratorio, y aunque algunos de los coros están inspirados en la manera de hacer de Haendel, en general presentan una fisonomía nueva, un lenguaje armónico moderno y se apoyan en un soporte sinfónico de gran colorido, además están imbuidos de una fuerza arrebatadora y sus amplias formas polifónicas combinan extraordinariamente con las voces solistas. Las arias son de una gran variedad y belleza, la orquesta se anticipa a la narración del texto llevada a cabo por los solistas vocales, especialmente en los recitativos acompañados que ofrecen un sinfín de efectos especiales que sitúan a Haydn en la cúspide entre los grandes orquestadores.

"La Creación" está llena de momentos antológicos, como la propia introducción orquestal, considerada como la pieza sinfónica más extraordinaria de la historia de la música, la primera aria de Rafael de gran dramatismo, la primera aria de Gabriel de belleza sublime, la grandiosa salida del Sol, la primera aparición de la Luna, misteriosa y romántica, el último coro de la 1° Parte de fuerza descomunal, el arioso de la bendición de los animales de instrumentación magistral y gran hondura emocional, la segunda aria de Uriel, el recitativo acompañado que describe a todos los tipos de animales, de imaginación desbordante, el Alleluia que concluye la segunda Parte, la etérea introducción de la tercera Parte, el famoso dúo de Adán y Eva o la colosal fuga final del oratorio.

Instrumentación[editar]

3 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, 1 contrafagot; 2 trompas, 2 trompetas, 3 trombones; timbales; cuerdas: Vln. I y II (violines primeros y segundos), violas, violonchelos y contrabajos; clave, 3 solistas vocales (soprano, tenor y bajo) y coro.

Contexto histórico y musical[editar]

A Haendel ya le ofrecieron un texto similar para que le pusiera música (posiblemente ese texto fue la base sobre la que trabajó Van Swieten), pero finalmente rechazó la idea, no sabemos si fue por la magnitud del proyecto, por falta de aprecio hacia el libreto o si fue simplemente por razones de tiempo (lo más seguro debido a su frenética actividad y la cantidad de compromisos empresariales), lo cierto es que Haydn estaba destinado a acometer esta enorme empresa y su éxito no pudo ser mayor. En él se daban los ingredientes perfectos para levantar este monumento musical: de una parte su dominio de las formas vocales acreditado por sus grandes óperas, cantatas, misas, lieder o su Oratorio "El retorno de Tobias", de otra parte su dominio absoluto de la orquesta con sus magistrales sinfonías, oberturas, conciertos o las "Siete Palabras"; este cóctel de elementos más su competencia en el terreno de las obras de gran formato le hacían el candidato más completo para embarcarse en esta aventura, Haydn aglutina de manera excepcional el espíritu épico, el elemento sinfónico, el dominio de la polifonía y su gran calidad melódica, con estos mimbres era imposible fallar.

Estilísticamente este oratorio se sitúa en una encrucijada entre el último estilo clasicista y el primer romanticismo, es clasicista por su luminosidad, racionalidad y equilibrio, pero es también romántico por su modernidad estructural y su armonía futurista (por momentos visionaria), pero sobre todo por su vocación universal que interpela a la humanidad en su conjunto en una nueva relación del ser humano con Dios, cercana y subjetiva, valores por los que fue duramente atacada desde el estamento eclesiástico e incluso prohibida.

Un aspecto que llama mucho la atención en esta obra es la ruptura de Haydn con las frases o periodos de 8 compases tan característicos del llamado Clasicismo Musical de sus contemporáneos (Mozart incluido) y de gran parte del romanticismo, consiguiendo con ello una gran flexibilidad en las formas y una gran naturalidad y libertad en el discurso musical, si bien ya era una seña de identidad del Haydn de las grandes óperas, sinfonías, tríos o cuartetos de madurez, aquí alcanza su plenitud. En el aspecto armónico "La Creación" marca un hito por su revolucionaria Introducción orquestal, llena de disonancias más propias del siglo XX que de finales del siglo XVIII y por el uso moderno de la modulación, la enarmonia y la interrelación de tonalidades entre los diferentes números, siendo muy llamativa la relación de tritono entre el final de la Segunda Parte (Alleluia en si b Mayor) y la maravillosa introducción de la Tercera Parte (descripción del Paraíso en Mi Mayor).

En el ámbito de la orquestación esta obra y la siguiente "Las Estaciones" no tienen parangón en todo el siglo XVIII, pero tampoco encontraremos en el siglo XIX una obra sinfónico - vocal de esta perfección e imaginación sonora, la creatividad de Haydn se muestra aquí inagotable, con multitud de texturas, yuxtaposición de diferentes colores, efectos especiales y sonoridades extraordinariamente modernas.

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